Desde principios del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX, hubo varios intentos en España -o en una parte de su territorio- de levantar un mapa topográfico, un censo de población y/o un catastro modernos. En este sentido, por ejemplo en Cataluña se llevó a cabo en 1715 el Catastro de Patiño; en Castilla se desarrolló entre 1750 y 1756 el Catastro de Ensenada; o entre 1762 y 1793 Tomás López grabó los mapas provinciales de la España y el Portugal peninsulares, que posteriormente fueron reunidos en su Atlas Geográfico en 1804, reeditado en 1810. Sin embargo, a mitad del siglo XIX, y a pesar de los esfuerzos previos, España seguía sin contar con una versión moderna de ninguna de estas tres operaciones.

Durante el reinado de Isabel II, la Revolución Liberal europea se impuso en España de manera definitiva. Este impulso político-económico-social evidenció la necesidad de modernizar e industrializar el país. Y para llevar a cabo este desarrollo, resultaba imprescindible realizar un censo de población que contabilizara los individuos -no los hogares o las unidades familiares, como se calculaba previamente- para saber exactamente cuánta población habitaba el territorio; un mapa topográfico preciso apoyado en una red geodésica que determinara las dimensiones exactas de dicho territorio, las características de éste y la presencia de materias primas susceptibles de ser aprovechadas en la Revolución Industrial; y un catastro que fijara de manera objetiva qué porción de ese territorio poseía cada uno de esos individuos, qué rentas le proporcionaban dichas tierras, y, por tanto, en qué medida podía contribuir fiscalmente al sostén del Estado moderno.

Para subsanar las carencias relativas al mapa topográfico, se constituyó en 1853 la Junta Directiva del Mapa, que, con diferentes nombres y cambios administrativos según el régimen político vigente en España en cada momento, ha tenido continuidad hasta nuestros días en forma de Instituto Geográfico Nacional. En paralelo, se fundó en 1856 la Comisión de Estadística General del Reino, cuya finalidad era realizar el Censo de población y el Catastro. En 1859, mediante la Ley de Medición del Territorio, la Junta Directiva del Mapa pasó a integrarse en la Comisión de Estadística General del Reino, quedando así concentradas en la misma institución las labores cartográficas, estadísticas y catastrales. En 1861, la Comisión de Estadística General del Reino pasó a denominarse Junta General de Estadística, aunque continuó teniendo las mismas funciones. Tras la Revolución de 1868 contra Isabel II y la proclamación de la Monarquía Constitucional en 1869, tuvo lugar en 1870 una reorganización administrativa de la Junta, y se otorgaron las labores del Mapa a un nuevo organismo, denominado Instituto Geográfico, que comenzó teniendo sólo las competencias relativas a mapa y catastro, pero no a estadística. En 1873, durante la Primera República, se distribuyeron nuevamente las competencias, y la estadística se integró en el Instituto Geográfico, que pasó a denominarse Instituto Geográfico y Estadístico. Este nombre y estas funciones permanecieron intactas hasta la Dictadura de Primo de Rivera de los años 1920, cuando volvieron a desgajarse las labores estadísticas, y el Instituto pasó a ser Geográfico y Catastral. Posteriormente, en 1931 con la Segunda República, volvieron a agregarse las labores estadísticas, por lo que el Instituto se renombró Geográfico, Catastral y de Estadística. En 1939, recién terminada la Guerra Civil, las labores estadísticas se desgajaron nueva y definitivamente del Instituto, que volvió a denominarse Geográfico y Catastral. Por último, con la llegada de la Monarquía Parlamentaria a finales de los años 1970, las funciones catastrales se separaron del Instituto, que pasó a tener sólo competencias sobre el Mapa de España y pasó a llamarse Geográfico Nacional1.

Actualmente, el Servicio de Documentación Geográfica depende administrativamente del Área del Registro Central de Cartografía de la Secretaría General del Instituto Geográfico Nacional. El Servicio se compone de tres Secciones: Biblioteca, Cartoteca y Archivo Topográfico. La Sección de Biblioteca almacena el material bibliográfico, y la Cartoteca y el Archivo Topográfico conservan los documentos cartográficos generados durante los 160 años de existencia del IGN y sus organismos antecesores. La diferencia entre las dos Secciones cartográficas radica en que, mientras la Cartoteca alberga los documentos relativos a la fase final del proceso cartográfico, y, por tanto, tiene documentos impresos que forman parte de series cartográficas, el Archivo Topográfico custodia los documentos generados en las fases inicial e intermedia del proceso cartográfico, siendo todos ellos, por tanto, documentos manuscritos y únicos.

Las funciones del Archivo Topográfico son, fundamentalmente, tres: conservar los documentos, asesorar a los usuarios de la Sección, y difundir los fondos almacenados.

Los usuarios del Archivo son, por un lado, otros Servicios del propio IGN; por otro lado, otros organismos públicos de todos los niveles de la Administración, bien a través de consultas directas, bien a través de grupos de trabajo internacionales (ICA) o españoles (Ibercarto), bien mediante congresos, exposiciones, etc.; por último, las empresas privadas y el público general.

Los trabajos que se realizan en el Archivo Topográfico del IGN cubren todos los grandes epígrafes en que se dividen las presentes jornadas Ibercarto 2014. Por una parte, la sesión 1, relativa a la difusión y conservación de fondos, queda explicada por la ponencia de Ángela Ruiz Ramírez. Por otra parte, la sesión 3, concerniente a las aplicaciones de los fondos antiguos, no se aborda en estas jornadas, pero sí se planteó en mayo de este año en el congreso internacional del grupo de trabajo de la ICA celebrado en Ljubljana (Eslovenia), donde se presentaron algunas aplicaciones de los documentos del Archivo al caso de Boadilla del Monte (Madrid) mediante el empleo de tecnologías de la información geográfica modernas. Por otro lado, la sesión 4, referente a catalogación y normativa, es una de las grandes funciones que se desarrollan en el Servicio de Documentación Geográfica del IGN, especialmente en las Secciones de Biblioteca y Cartoteca, aunque en este Ibercarto 2014 no se presentan ponencias sobre este asunto. Por su parte, la sesión 5, que hace alusión a la distribución y visualización en la Red de los documentos cartográficos, es abordada por Ángela Ruiz Ramírez en su ponencia. Por último, la sesión 2, relativa a la producción cartográfica, se aborda en este artículo en su etapa correspondiente al primer siglo de funcionamiento del Instituto.

En este trabajo, se da cuenta, en primer lugar, de la tipología de los documentos conservados en el Archivo Topográfico del IGN siguiendo cronológicamente los grandes proyectos en que éstos quedan enmarcados. En segundo lugar, se describen las características técnicas básicas de dichos documentos manuscritos, estableciendo una comparativa entre los diferentes proyectos y la minuciosidad con que éstos se desarrollaron. En tercer lugar, se expone que dicha cartografía cubre la práctica totalidad del territorio español, pues tan sólo deja sin cubrir el territorio de la Cordillera Cantábrica, el Pirineo y los dos Archipiélagos principales. Por último, se pone de manifiesto cómo estos documentos permiten observar la transformación del territorio español en el último siglo y medio, que es posiblemente la etapa histórica de mayores cambios geográficos del país.

1. Planteamientos técnicos

En 1853, cuando se constituyó la Junta Directiva del Mapa, comenzaron los trabajos preliminares para el establecimiento de la red geodésica española. El desarrollo y la determinación práctica de dicha red resultaba imprescindible para poder apoyar en ella el mapa moderno del país que se pretendía levantar. Para su establecimiento, se decidió adoptar como superficie de referencia el elipsoide de Struve, establecer como punto fundamental de la red [punto de tangencia entre elipsoide y geoide] el Real Observatorio Astronómico de Madrid, orientar la red tomando como base el azimut geodésico del lado Observatorio-Cabeza de Hierro, y escalar la red mediante la medición de una base central [de 14.662,8964 m de longitud medida en Madridejos (TO)] y cinco bases periféricas [de entre 2.000 y 2.700 m de longitud, medidas en Lugo, Olite (NA), Vic (B), Arcos de la Frontera (CA) y Cartagena (MU)] de triangulación geodésica. En 1883, la red geodésica de primer orden estaba prácticamente culminada [a excepción del cuadrilátero de Huesca], pues se habían tomado las mediciones a lo largo de varias cadenas que seguían cuatro meridianos, tres paralelos y la línea de costa. Además, en 1879, se había determinado el enlace geodésico con Argelia a partir de los vértices españoles Mulhacén (GR) y Tetica (AL), lo que había dado gran visibilidad internacional al Instituto Geográfico español por conseguir realizar un enlace geodésico de casi 300 km de longitud. En 1885, se llevó a cabo el enlace geodésico con las Islas Baleares a partir de tres vértices situados en las inmediaciones de Dénia (A), Benicàssim (CS) y Tortosa (T). En 1928, se llevó a cabo el enlace geodésico con las Islas Canarias a partir de vértices geodésicos situados en el continente africano y Fuerteventura. En el IGN se custodian las reseñas de todos los vértices geodésicos españoles de los tres órdenes. Los de primer orden están ordenados en cuadernos por provincias, y los de segundo y tercer orden están organizados según Hojas del Mapa Topográfico de España.

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Figura 1. Mapa de las redes geodésica y de nivelación de España en 1883, Fuente: Cartoteca del IGN

Por su parte, la red de nivelación se desarrolló según sus propios criterios, diferenciados de la red geodésica. Por un lado, en 1874 se estableció como punto fundamental de la red el mareógrafo de Alicante, donde se determinó el nivel medio del Mediterráneo en dicho punto. Por otro lado, se decidió que las líneas de nivelación que debían conformar la red siguieran, básicamente, las líneas ferroviarias que se estaban construyendo en aquellos años por todo el país2.

Por último, se plantearon algunos aspectos técnicos relativos a la posible vinculación del mapa topográfico y el catastro. Estas cuestiones estuvieron presentes en la realización de los trabajos desde un primer momento, y las diferentes respuestas que se les fueron dando constituyeron las grandes diferencias entre los diversos proyectos que se llevaron a cabo para levantar Mapa y Catastro durante el siglo que abarcan los documentos conservados en el Archivo Topográfico del IGN. Dichos planteamientos fueron, fundamentalmente, los siguientes:

  • Se debía decidir si el catastro había de apoyarse en la red geodésica e ir ligado al mapa topográfico. En este aspecto, había experiencias previas en sentido negativo -el Catastro de Francia de 1807-1850, el de Holanda de 1814-1831, o el de Inglaterra y Gales de 1836-1855-, y positivo -el nuevo Catastro de Inglaterra y Gales de 1854, o el nuevo Catastro de los Países Bajos de 1863-.
  • Se planteaba la cuestión de si debía realizarse en España un catastro parcelario, en el que se representasen todas y cada una de las fincas del país, o solamente un catastro por grandes masas de cultivo, que incluyera información menos detallada, pero que resultara más sencillo de concluir.
  • Se debía acordar si se iba a realizar un catastro sólo de las zonas rústicas, o sólo de las áreas urbanas, o de ambas simultáneamente.

2. Trabajos previos a las Redes Geodésica y de Nivelación

En el Archivo Topográfico del IGN se conservan documentos relativos a varios proyectos previos al establecimiento de las redes geodésica y de nivelación. Sin embargo, con objeto de sintetizar, se ha decidido incluir en este trabajo sólo uno de estos proyectos, que es de los Planos Geométricos de Términos Jurisdiccionales levantados entre 1848 y 1858 en las provincias de Barcelona, Lleida y les Illes Balears.

Las características básicas de estos documentos son las siguientes:

  • Son trabajos manuscritos divididos en cuadrantes. Cada cuadrante se dibujaba por separado, y, posteriormente, se ensamblaban todos ellos y se pegaban en un papel entelado hasta completar la representación de todo el término municipal.
  • Son representaciones cartográficas catastrales no ligadas a las redes geodésica y de nivelación, puesto que cronológicamente son trabajos previos al establecimiento de éstas.
  • Es un catastro parcelario en el que cada parcela lleva asociado un número. En el listado de propietarios se da cuenta del número de la parcela, el nombre del propietario, las dimensiones de la parcela y el uso del suelo, ya que, dependiendo del uso, estaba previsto imputarle un tipo impositivo u otro.
  • Es un catastro sólo rústico, no urbano.

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Figura 2. Detalle del Plano Geométrico del Término Jurisdiccional de San Cugat del Vallés / Sant Cugat del Vallès (B), 1856, Fuente: Archivo Topográfico del IGN

Estos documentos se conocen en el Archivo Topográfico del IGN coloquialmente como sábanas por sus grandes dimensiones. El documento de mayor tamaño es el que comprende el término municipal de Tiana, en la comarca del Maresme, provincia de Barcelona, que tiene unas dimensiones de 404 * 315 cm.

En total, en el Archivo Topográfico del IGN hay 41 mapas de este tipo: 20 corresponden a la provincia de Barcelona, 1 a la de Lleida y 20 a la isla de Mallorca.

Estos mapas los realizó el agrimensor Pedro Moreno Ramírez, un geómetra que trabajó a título privado para varios ayuntamientos catalanes y baleares en la segunda mitad del siglo XIX. Cuando en 1856 se constituyó la Comisión de Estadística General del Reino, a la que se encargó levantar el Catastro de España, Pedro Ramírez envió estos mapas a la nueva Comisión para mostrar sus habilidades en la representación territorial con el fin de que le contrataran en el nuevo organismo. De esta manera, los trabajos llegaron al organismo precursor del Instituto y es la razón por la cual se han conservado desde entonces en el Archivo Topográfico3.

3. Topografía Catastral de España

En 1861 y a raíz del cambio de la Comisión de Estadística General del Reino a la Junta General de Estadística, Francisco Coello, como Director de ésta, planteó levantar el proyecto de la Topografía Catastral de España. Ese año presentó el Reglamento que debía seguirse para su ejecución, aunque las Cortes no lo aprobaron definitivamente hasta 1865 con algunas modificaciones.

Las características fundamentales de este proyecto eran las siguientes:

  • Era un catastro apoyado en las redes geodésica y de nivelación y ligado al mapa topográfico.
  • Era un catastro parcelario. De hecho, la parcela era la unidad territorial básica del levantamiento a partir de la cual, y tras un proceso de generalización cartográfica, se levantaba el mapa topográfico.
  • Era un catastro tanto rústico como urbano.

Las escalas de trabajo planteadas para su levantamiento eran las siguientes:

  • 1:500 para el catastro urbano
  • 1:2.000 para el catastro rústico
  • 1:20.000 para el mapa topográfico municipal

Las fases de trabajo que debían realizarse eran las siguientes:

1. Levantar los trabajos de toda España en círculos concéntricos a partir del vértice fundamental de la red geodésica: el Real Observatorio Astronómico de Madrid. Por tanto, los primeros municipios que debían levantarse eran aquellos situados alrededor de la ciudad de Madrid.

2. Triangulación topográfica de cada municipio: cada municipio debía quedar cubierto por una triangulación topográfica ad hoc a escala 1:20.000 que estuviera enlazada a la red geodésica.

3. Deslindes municipales: el trabajo de deslinde entre dos municipios consistía en describir claramente los límites de cada municipio para conocer con exactitud el ámbito dentro del cual debían desarrollarse los trabajos ulteriores. En esta fase de trabajo se generaban, fundamentalmente, dos tipos de documentos:

  • Oficios de citaciones: mediante estos documentos escritos, el topógrafo citaba en un lugar, fecha y hora a los dos alcaldes afectados por cada deslinde.
  • Acta de deslinde y perímetro: en este documento se describían tanto gráfica como literalmente los límites entre dos municipios. En las páginas iniciales se ofrecía una descripción literal de cada uno de los mojones que conformaban el deslinde. En las páginas finales se recogía un croquis con el trazado geométrico de los mojones que formaban dicha línea divisoria. Estas actas de deslinde tenían implicaciones jurídicas, pues ambos alcaldes reconocían el acuerdo total, el desacuerdo total o el desacuerdo parcial con la línea.

4. Trabajos catastrales: con esta fase de trabajo se pretendía deslindar, medir y adjudicar a sus propietarios todas las parcelas del país. Además, estas labores servían como base al trabajo topográfico ulterior.

Para ello, se generaban, en primer lugar, unas minutas que, en el caso del catastro rústico, se planteaban a escala 1:2.000, y, en el catastro urbano, se generaban a escala 1:500. En ellas se representaban los vértices de la triangulación, los caminos, las veredas, los ríos, los barrancos, las calles, las parcelas y las curvas de nivel con equidistancia de 5 metros.

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Figura 3. Minuta del catastro urbano de la Topografía Catastral de España de la manzana del Congreso de los Diputados, Madrid, 1861-1870, Fuente: Archivo Topográfico del IGN

En segundo lugar, estas minutas se pasaban a limpio en las Hojas Finales del Catastro, que, al igual que sus minutas, se realizaban a escala 1:2.000 para las zonas rústicas [generando una hoja de 1 km * 1 km, es decir, 1 km²; de ahí su nombre de Hojas Kilométricas] y 1:500 para las zonas urbanas [generando hojas de 200m * 300m]. En estas Hojas aparece el encabezado con la cartela principal, los nombres de la provincia, el partido judicial, el municipio -y el anejo, si fuera necesario-, y la misma información que en las minutas, pero pasada a limpio. En el caso de las parcelas, cada una de ellas se representaba con un número, y, en el caso del catastro rústico, además, con una letra. El número hacía referencia al número de parcela que ésta tuviera en el listado general del municipio. La letra hacía referencia al uso del suelo.

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Figura 4. Hoja Final del Catastro 8-E de Madrid de la Topografía Catastral de España, que recoge las zonas aledañas al Paseo de Recoletos, 1861-1870, Fuente: Archivo Topográfico del IGN

En tercer lugar, se redactaban las cédulas de propiedad de todas las parcelas del municipio. En ellas, se daba cuenta de los datos de la localización de la parcela y del propietario; se representaba un croquis de la misma a escala 1:500 en el caso de ser urbana, o a escala 1:2.000 en el caso de que fuera una parcela rústica; y la firmaban el alcalde, el delegado catastral, el encargado del levantamiento y el propietario, mostrando todos ellos su conformidad con los datos reflejados. La única diferencia entre las cédulas rústicas y las urbanas radicaba en que, mientras en las primeras quedaba reflejado el tamaño de la parcela y el uso del suelo, con el fin de poder imputar diferentes tipos impositivos en función de la supuesta riqueza que dicho uso generase; en el caso de las segundas, se describía el tamaño de cada una de las plantas del edificio.

Posteriormente, de cada uno de los municipios se generaban dos listados, uno por orden numérico de la parcela, y otro por orden alfabético de los propietarios. En ellos se señalaban los datos básicos de cada una de las fincas incluidas en el municipio.

Por último, se adjuntaba un cuadro resumen del parcelario según masas de cultivo con el que se pretendía describir en un único folio la cantidad de hectáreas dedicadas en el municipio a cada uso del suelo.

5. Trabajos topográficos: en esta fase se representaba el mapa topográfico municipal, denominado Hoja de Conjunto, por generalización cartográfica de los trabajos catastrales, pasando de las escalas originales 1:2.000 (en zonas rústicas) y 1:500 (en zonas urbanas) a la escala topográfica 1:20.000. En las Hojas de Conjunto quedaban representados los caminos, los ríos, los barrancos, las curvas de nivel con equidistancia de 10 metros, los principales accidentes del terreno y las masas de cultivo con superficie superior a 10 hectáreas, pero no las parcelas del municipio.

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Figura 5. Hoja de Conjunto de Majadahonda (M) de la Topografía Catastral de España, 1861-1870, Fuente: Archivo Topográfico del IGN

6. Por último, se redactaba una Memoria de los trabajos realizados en cada municipio. Esta memoria quedaba dividida en dos bloques principales: por una parte, se plasmaba un detalle geográfico del término municipal. En él se incluía una descripción de la geografía física -geomorfología, climatología, episodios meteorológicos excepcionales, hidrología, botánica y zoología- y de la geografía humana -geografía político-administrativa, historia, demografía y urbanismo-; por otra parte, se incluía una descripción de los trabajos topográfico-catastrales.

En 1870, los trabajos de la Topografía Catastral de España se interrumpieron por tres razones. Por una parte, por motivos de índole económica, puesto que los levantamientos catastrales a escalas de tanto detalle requerían la presencia de mucho personal tanto en campo como en gabinete, y la Hacienda pública de la España de mitad del siglo XIX no podía asumir dichos costes. Por otro lado, por causas de carácter técnico, pues los trabajos altimétricos estaban resultando dificultosos. Por último, por motivaciones políticas, ya que los grandes terratenientes, especialmente en el sur de la Península, no querían que se conociesen sus propiedades con tanta exactitud por temor a las consecuencias fiscales que dichas averiguaciones pudieran comportar.

Cuando el proyecto se interrumpió en 1870, tan sólo estaban terminados los trabajos en todas sus fases en aquellos municipios que hoy en día conforman aproximadamente la primera corona metropolitana de Madrid, como, por ejemplo, Majadahonda, Getafe o Alcobendas. En algunos pueblos situados en la segunda corona, como Valdemorillo, Chinchón o San Agustín de Guadalix, los trabajos quedaron interrumpidos en alguna fase intermedia. En el resto de la provincia y en el resto de España, los trabajos no estaban, ni siquiera, comenzados en 1870 .

4. Mapa Topográfico de España a escala 1:50.000

Una vez abortado el proyecto de la Topografía Catastral de España descrito en el epígrafe anterior, el 12 de septiembre de 1870 se fundó un nuevo organismo bautizado como Instituto Geográfico, con el fin de desarrollar un nuevo proyecto cartográfico, denominado Mapa Topográfico de España a escala 1:50.000 (posteriormente conocido como Mapa Topográfico Nacional a escala 1:50.000, o, últimamente, por el acrónimo MTN50). Este nuevo organismo heredó de la Junta General de Estadística todos sus recursos -humanos, instrumentales, técnicos, cartográficos, formativos (la Escuela del Catastro)…- por lo que, más que la creación de un nuevo organismo, podría hablarse de la continuidad del mismo con algunas modificaciones administrativas, competenciales y técnicas, y, sobre todo, con un cambio de nombre.

El nuevo proyecto del Mapa Topográfico de España debía reunir las siguientes características:

  • Era un catastro apoyado en las redes geodésica y de nivelación, y ligado al mapa topográfico.
  • Era un catastro tanto rústico como urbano.
  • No era un catastro parcelario, sino sólo por manzanas -en zonas urbanas- o por masas de cultivo superiores a 10 Ha -en zonas rústicas-.

Las fases programadas en este nuevo proyecto de Mapa Topográfico Nacional presentaban bastantes similitudes con respecto al proyecto previo de la Topografía Catastral de España, como la triangulación topográfica, los deslindes municipales y las labores topográficas, ya que sólo se modificaba la escala de trabajo [en lugar de ejecutarse a escala 1:20.000, pasaban a desarrollarse a escala 1:25.0006].

Trabajos   Similitudes       Diferencias
 1 – Triangulación topográfica  1:20.000 – 1:25.000  
 2 – Deslinde municipal  1:20.000 – 1:25.000  
 3 – Trabajos catastrales  Sólo resumen por masas de cultivo       NO deslindes parcelarios
NO mediciones parcelarias
NO cédulas de propiedad
NO listados de propietarios
 4 – Trabajos topográficos  1:20.000 – 1:25.000  
 5 – Mapa completo de España     600.000 Hojas – 1.100 Hojas

Tabla 1. Cuadro comparativo de las características básicas con que se desarrollaron la Topografía Catastral de España y el MTN50, Elaboración propia a partir de datos del Archivo Topográfico del IGN

Este proyecto, sin embargo, también tenía algunas diferencias fundamentales con respecto al proyecto previo: Por una parte, los levantamientos catastrales prácticamente desaparecieron; en lugar de deslindarse y medirse todas las parcelas, redactar cédulas de propiedad de cada una de ellas y generar listados de propietarios numéricos y alfabéticos de cada municipio, en este nuevo proyecto tan sólo se planteaba un catastro por grandes masas de cultivo, a imagen y semejanza de las Hojas de Conjunto del proyecto anterior. Por otra parte, y como consecuencia de lo anterior y de los cambios de escala de los trabajos, en lugar de hacer falta más de 600.000 hojas para cubrir la totalidad del territorio español, en este nuevo proyecto hacían falta poco más de 1.100, lo cual parecía más manejable7.

Los documentos generados en este proyecto según las diferentes fases que se siguieron fueron los siguientes:

Deslindes:

  • Actas de deslinde: eran documentos formales en los que se describían literalmente los mojones del deslinde entre dos municipios. Estas actas quedaban firmadas por los alcaldes de ambos municipios, en presencia del topógrafo.
  • Cuadernos topográficos de campo: era un cuaderno rubricado sólo por el topógrafo en el que se plasmaba un croquis con el trazado geométrico del deslinde entre dos municipios.

Trabajos topográficos de las zonas rústicas:

  • Cuadernos topográficos de campo: constituían la fase inicial de los trabajos. Eran cuadernos en los que se plasmaba el rumbo, la distancia y el desnivel entre dos puntos consecutivos de un accidente lineal del terreno (caminos, cañadas, ríos, barrancos, etc.).
  • Bosquejos planimétricos: eran los mapas topográficos bidimensionales (latitudinal y longitudinal) de cada municipio. Se levantaban a escala 1:25.000 y servían de base para su integración en la Hoja Final del MTN50. En la mancha cartográfica quedaban reflejados los mojones del deslinde descritos previamente en las Actas, las masas de cultivo superiores a 10 hectáreas siguiendo una leyenda de usos del suelo, y las actualizaciones realizadas para publicar la segunda y sucesivas ediciones de esa Hoja del MTN50. Los trabajos planimétricos se realizaron a partir de 1870 comenzando por Madrid, La Mancha y Andalucía, y duraron hasta los años 1950, cuando se finalizaron las zonas más abruptas de la Cordillera Cantábrica y el Pirineo.

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Figura 6. Bosquejo planimétrico de Cartagena (MU) para el MTN50, 1901, Fuente: Archivo Topográfico del IGN

  • Bosquejos altimétricos: eran los mapas topográficos de cada municipio en los que se reflejaba la altitud con equidistancia de las curvas de nivel igual a 10 metros. Al igual que los bosquejos planimétricos, estaban realizados a escala 1:25.000 y servían de base para su integración en la Hoja Final del MTN50. Los trabajos altimétricos se realizaron aproximadamente siguiendo el mismo orden geográfico que los planimétricos, pero con un cierto retraso con respecto a éstos. Este retraso, que en algunas zonas de España alcanzó hasta 40 años, tenía como causa fundamental que las planimetrías resultaban indispensables para desarrollar el nuevo sistema catastral, mientras que las altimetrías consumían abundante tiempo y recursos, pero no aportaban ninguna información para los fines fiscales deseados. Por su parte, la consecuencia principal de este retraso fue la demora en la publicación de las Hojas Finales del Mapa de España, puesto que, hasta que no se completaban tanto la fase planimétrica como la altimétrica, y se disponía, por tanto, de las tres coordenadas de cada punto del terreno, no se podía publicar la Hoja Final.

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Figura 7. Desfase temporal entre el comienzo de los trabajos planimétricos y altimétricos para el MTN50 por provincias, Elaboración propia a partir de datos del Archivo Topográfico del IGN

  • Hoja Final: una vez realizados los bosquejos planimétricos y altimétricos de cada municipio, éstos se ensamblaban, se cambiaba su escala de 1:25.000 a 1:50.000, y se editaba la Hoja Final del Mapa de España. La primera edición de la primera Hoja tuvo lugar en 1875 y se correspondió con la Hoja 559-Madrid. La primera edición de la última Hoja se publicó en 1968 y se trataba de la Hoja 1125-antigua-San Nicolás de Tolentino (Gran Canaria). Por tanto, costó casi un siglo levantar las poco más de 1.100 Hojas hasta cubrir la totalidad del territorio español. Entre 1875 y 1908 se editaron 73 Hojas mediante litografía a cinco colores, lo cual resultó muy novedoso en la Europa de la época. Posteriormente, entre 1915 y la Guerra Civil, se reprodujeron fotomecánicamente varias Hojas más mediante heliograbado en cobre. A pesar de la finalidad catastral que se buscaba con el MTN50, los bosquejos planimétricos no comenzaron a emplearse con fines fiscales hasta 1893. Recientemente, se ha constatado que los trabajos realizados entre 1861 y 1870 para levantar la Topografía Catastral de España como Junta General de Estadística fueron reutilizados posteriormente para levantar el MTN50 como Instituto Geográfico. Esto implicó que las primeras Hojas del MTN50 que se publicaron en los años 1870 fueran precisamente las correspondientes a los alrededores de Madrid, donde los trabajos de la Junta de Estadística estaban muy avanzados cuando se interrumpieron en 1870. Sin embargo, conforme los trabajos del MTN50 fueron avanzando hacia el sur de España, la publicación de Hojas resultó cada vez más lenta; en primer lugar, porque no existían trabajos previos de la Junta; en segundo lugar, porque se decidió acometer las planimetrías mucho antes que las altimetrías, como se detallaba anteriormente; en tercer lugar, por la impresión a cinco colores con la que se decidió publicar en España el Mapa Nacional.

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Figura 8. Primeras 12 Hojas publicadas del MTN50 y correspondencia con el grado de desarrollo del proyecto previo denominado Topografía Catastral de España según municipios de la provincia de Madrid, Elaboración propia a partir de datos del Archivo Topográfico del IGN

  • Trabajos topográficos de las zonas urbanas: a la par que se iban desarrollando los trabajos planimétricos y altimétricos de las zonas rústicas del país, resultaba necesario, asimismo, conocer los ámbitos urbanos de España. Para ello, se realizaron diversos trabajos siguiendo una estructura similar a los realizados en las zonas rústicas: primero, se redactaban unos cuadernos topográficos de campo en los que se incluían las mediciones de las áreas urbanas; después, se trazaban los mapas urbanos de carácter final, en los que quedaban reflejadas las manzanas -no las parcelas- de los núcleos de población más importantes de cada municipio. Dentro de estos mapas urbanos finales, los hay de varios tipos: planos de población en hojas sueltas, planos de población en cuaderno y planos de edificios singulares8.

5. Conclusiones

En este trabajo se detallan los documentos más importantes que se conservan en el Archivo Topográfico del IGN. Para ello, se estructuran cronológicamente según los tres proyectos más relevantes en que quedan enmarcados, pudiendo extraerse algunas conclusiones.

En primer lugar, a mediados del siglo XIX, con la llegada a España de la Revolución Industrial, surgió la necesidad de modernizar el país. Para ello, resultaba imprescindible obtener un censo de población, un mapa topográfico y un catastro modernos, para cuya ejecución se constituyeron los organismos antecesores del actual IGN. A pesar de los numerosos cambios administrativos y competenciales derivados de los diferentes regímenes políticos que ha registrado el país, a lo largo de este siglo y medio se han ido almacenando en el Archivo Topográfico del Instituto los documentos generados para levantar fundamentalmente -aunque no sólo- el mapa topográfico y el catastro de España.

En segundo lugar, dentro del Servicio de Documentación Geográfica del IGN, la Cartoteca custodia los documentos relativos a la fase final del proceso cartográfico -es decir, tiene mapas impresos incluidos en series cartográficas-, mientras que el Archivo Topográfico conserva los documentos generados en las fases inicial e intermedia del proceso cartográfico -es decir, posee documentos manuscritos y únicos-.

En tercer lugar, el Archivo Topográfico del IGN cumple con las cinco sesiones en que se dividen las presentes jornadas Ibercarto 2014, si bien este artículo se centra sólo en la segunda sesión, relativa a la producción de cartografía, y, más concretamente, a la producción histórica de cartografía.

Por otro lado, los documentos conservados en el Archivo Topográfico del IGN cubren prácticamente todo el territorio español, ya que tan sólo dejan descubiertos la Cordillera Cantábrica, el Pirineo y los dos Archipiélagos principales.

Asimismo, los documentos custodiados en el Archivo Topográfico del IGN permiten observar la transformación del territorio español en el último siglo y medio, que es la etapa en que probablemente se hayan registrado los cambios geográficos más significativos de la historia del país.

Por último, de los tres proyectos descritos, se deduce que el más minucioso es el segundo; es decir, la Topografía Catastral de España realizada por la Junta General de Estadística entre 1861 y 1870. En este proyecto, que se apoyaba en la red geodésica, se planteaba la creación de un mapa topográfico a partir de la generalización cartográfica de un catastro parcelario, en el que todas y cada una de las fincas rústicas y urbanas de España fueran deslindadas, medidas y asignadas a un propietario. Asimismo, en este trabajo se sostiene que, precisamente, una de las causas por las que se interrumpió este proyecto en 1870 fueron las características tan ambiciosas con que se planificó. A partir de entonces, hubo que plantear un nuevo mapa topográfico basado en objetivos más realistas, en el que las características topográficas se mantuvieran similares al proyecto previo, pero en el que los requisitos catastrales se redujeran drásticamente, quedando constreñidos tan sólo a una delimitación de las grandes masas de cultivo en las zonas rurales, o de las manzanas en las zonas urbanas. Recientemente se ha constatado que algunos de los documentos generados para la Topografía Catastral de España como Junta General de Estadística fueron posteriormente reutilizados para el MTN50 como Instituto Geográfico.

Bibliografía

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Notes:

1. Para ampliar información respecto a la evolución histórica previa a mediados del siglo XIX, consultar, entre otra, la siguiente bibliografía: Camarero & Durán (2002), Camarero (2006), Nadal & Urteaga (1990), Paladini (1991).

2. Para ampliar información respecto a las redes geodésica y de nivelación, consultar, entre otra, la siguiente bibliografía: Dirección General del Instituto Geográfico y Catastral (1975), Martín (1983).

3. Para ampliar información respecto a estos trabajos, consultar Nadal (2006), entre otra bibliografía.

4. En el resto de España, sólo se tiene constancia de que se realizaran trabajos en algunas ciudades -Soria, Toledo, Cuenca, Huete, Valdeolivas, Murcia, Cartagena, Granada, Almería y los Reales Sitios- de los que se conserva documentación en el Archivo Topográfico del IGN.

5. Para ampliar información respecto a este proyecto de la Topografía Catastral de España, consultar, entre otra, la siguiente bibliografía: Arístegui et al. (2013), Arístegui (2014), Camarero & Vidal (2012), Muro et al. (1996), Muro (2007), Nadal & Urteaga (1990), Nadal (2007), Paladini (1991), Urteaga (2007).

6. Los trabajos municipales del Mapa Topográfico de España a escala 1:50.000 se realizaban a escala 1:25.000, aunque con precisión de un mapa a escala 1:50.000.

7. A pesar de la drástica reducción de Hojas, se tardó casi un siglo en completar las 1.100 Hojas de este nuevo proyecto.

8. Para ampliar información respecto a este proyecto de Mapa Topográfico de España a escala 1:50.000, consultar, entre otra, la siguiente bibliografía: Arístegui et al. (2014), Capdevila et al. (2013), Nadal & Urteaga (1990), Paladini (1991), Urteaga & Nadal (2001).